Ama! deja que tu alma brille...

Ama! deja que tu alma brille...
Amor Verdadero...amor profundo, trascendental...incondicional

jueves, 1 de julio de 2010

Ilusión...

  

 Quedó viudo hacía ya tiempo.  La tristeza no cesaba, la soledad le resultaba insoportable. El vacío, la falta de su otra mitad.
A pesar de sus años gozaba de buena salud, sin problemas económicos, tampoco tuvo hijos.
La gente me contó que su mujer no los podía tener.  Estaba realmente solo. Sus parientes mas cercanos ya no vivían en el pueblo y solía verlos de vez en cuando.  
Sus días, una rutina. Se levantaba, preparaba su desayuno igual como lo hacía su mujer.  Le gustaba leer, él decía que era su salvación; se devoraba los libros y los diarios, estaba siempre bien informado.
Salía a caminar por el pueblo, compraba lo necesario, charlaba con algún amigo y de vuelta a su casa.
Otra vez el mismo pensamiento...que hago con mi vida?...nada tenía sentido.
Ocurrió que esa mañana se levantó peor que nunca, salió derrumbado, agachado, arrastrando los pies caminó por los mismos lugares y de pronto se dió cuenta de que estaba en la plaza, ¡cuánto hacía que no pasaba por allí!.  La vió distinta, linda, un hermoso sol, alguna persona paseando y una mujer joven y muy bonita sentada en un banco, a su lado tres niños. Ella le sonrió y él se sintió el hombre mas dichoso del mundo. Se acercó, hablaron, la mujer había sido abandonada por el marido, buscaba trabajo y necesitaba comer.
Después de un rato, el tomó camino a su casa, ella se quedó mirándolo irse.
Ya en la cocina comenzó a preparar el almuerzo, buscó todo lo que había en la heladera, se sentía distinto, con ganas, ágil, renovado. Estaba contento, preparó la mesa, colocó cinco platos...¡qué gran mesa! pensó, y se le dibujó una sonrisa.  Todo estaba listo. Salió a la galería en ese momento justo tocaron el timbre.  Caminó el largo pasillo hacia la puerta de entrada, no llegaba mas.  No podía alcanzar la manija para abrirla, algo lo frenaba, lo sacudía y no podía reaccionar.  Otro sacudón mas fuerte hizo que abriera los ojos, ¡no quería!, intentó cerrarlos pero alguien gritó y vió a su mujer ahí parada diciéndole: lévantate que se hace tarde para el turno del médico.
 Mirta N. 
Gracias!!