Ama! deja que tu alma brille...

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Amor Verdadero...amor profundo, trascendental...incondicional

martes, 6 de julio de 2010

Viajar...

                                O. de Arte de Roberto Fabelo

Viajar según Pessoa 
 ¿Qué significa viajar, y para qué sirve? Cualquier ocaso es el ocaso; no es necesario ir a verlo a Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo experimentarla saliendo de Lisboa y yendo hasta Benfica, y experimentarla de modo más profundo que quien va de Lisboa a China, porque si la liberación no está dentro de mí, no está, para mí, en parte ninguna. <>, dijo Carlyle, <>. Pero el camino a Entepfuhl, si fuera recorrido por entero, hasta el final, regresa a Entepfuhl; de modo que Entepfuhl, donde ya estábamos, es aquel mismo fin del mundo que íbamos a buscar.
Condillac empieza su célebre libro <>. Nunca desembarcamos de nosotros mismos. Nunca llegamos a ningún otro, sino alterizándonos por medio de la imaginación sensible de nosotros mismos. Los verdaderos paisajes son los que nosotros mismos creamos, porque así, siendo sus dioses, los vemos como verdaderamente son, que es como fueron creados. No es ninguna de las siete partidas del mundo la que me interesa y puedo verdaderamente ver; la octava partida es la que yo recorro y la que es mía.
Quien cruzó todos los mares cruzó tan solo la monotonía de sí mismo. Yo ya crucé más mares que nadie. Ya vi más montañas que las que hay en la tierra. Pasé ya por más ciudades de las existentes, y los grandes ríos de ninguno de los mundos fluyeron, absolutos, bajo mis ojos contemplativos. Si viajara, solo encontraría la débil copia de lo que ya había visto sin viajar.
En los países que los demás visitan, los visitan anónimos y peregrinos. En los países que yo he visitado, he sido no sólo el placer escondido del viajero incógnito, sino la majestad del Rey que en ellos reina, y el pueblo cuyos usos los habitan, y la historia entera de aquella nación y de las otras. Los mismos paisajes, las mismas casas, yo las vi porque fui ellas, hechas en Dios con la sustancia de mi imaginación.

Fernando Pessoa
parte del Fragmento 138.
Libro del desasosiego