Ama! deja que tu alma brille...

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Amor Verdadero...amor profundo, trascendental...incondicional

domingo, 13 de junio de 2010

Crisis, muerte y amor

Extracto de entrevista a Silvia Gelices- reflexiones

De los enfermos terminales aprendí que hay dos maneras de afrontar la muerte. Hay personas que lo hacen de forma muy madura, están en paz consigo mismas y con el mundo, porque entienden que forma parte de la vida, que es una continuación de la misma. No les da miedo y se despiden de su gente. No son personas necesariamente religiosas, pero sí tiene una madurez espiritual.
En realidad la mayoría de personas con las que traté veían la muerte como un proceso. Me di cuenta de que anteriormente habían vivido alguna crisis importante y las habían superado experimentando una especie de renacimiento. Así, desde la propia vida, habían valorado las pequeñas cosas. Cuando dejas de resistirte y aceptas lo que la vida te ofrece, en esos momentos todo tu universo cambia y naces de nuevo.
Los que no aceptan la muerte se preguntan por qué les está pasando a ellos. A menudo recurren a Dios, creen que les está castigando. Pero no debe haber una causa que desencadene una crisis, igual que no hay que buscar una razón concreta que nos lleve a la muerte. Lo importante es cómo nos enfrentamos a estas experiencias. Las personas que evolucionan pasan por cambios continuos, pequeños handicaps como cambios de trabajo, rupturas de pareja, la muerte de un ser querido, una enfermedad. Las crisis son la mejor oportunidad para crecer y madurar, sin ellas a veces seríamos incapaces de hacerlo.
La resilencia tiene que ver con tu capacidad para afrontar una situación dura y sobreponerse a ella. El resultado es lo que determinará la manera en la que vuelvas a encarar la vida, con sus múltiples dificultades. Hay que aprender de nuestros errores y ver la parte positiva de los mismos, para crecer como persona y valorar las cosas desde la humildad.
El gran aprendizaje es quererse uno mismo para poder darse a los demás, porque lo que das a los demás es lo que después te llevas pero multiplicado por dos. Dar a los otros desinteresadamente tiene un retorno muy valioso.
El camino es el del amor. Cuando amas no te resistes al cambio, empiezas a valorar las pequeñas cosas, eres más flexible, más tolerante y más humilde.Las pruebas nunca serán más duras de lo que puedas aguantar. Y una vez superadas, esas crisis serán como bendiciones. Por tanto, bendita crisis.

Silvia Gelices( filóloga y periodista)

 

De vez en cuando la vida...


De vez en cuando la vida nos sorprende con pensamientos vacíos, y los llena de ilusiones...
De vez en cuando la vida se nos hace escurridiza en un amanecer sin sombras...
De vez en cuando la vida juega a encuentros y desencuentros, escenarios de realidades y utopías...
De vez en cuando la vida nos muestra sus maravillas, la magia, los dolores y la muerte...
De vez en cuando la vida es un manantial bendito , savia que fluye y purifica...
De vez en cuando la vida nos pinta y disfraza con  colores inventados...
De vez en cuando la vida nos regala miel de sensaciones y breves amores...
De vez en cuando la vida...

Definiendo el amor....


 
Soneto amoroso definiendo el Amor
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado;
es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde, con nombre de valiente,
un andar solamente ser amado
es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo;
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, este es su abismo.
¡Mirad cual amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de si mismo¡
Francisco de Quevedo

Breve Amor


EL BREVE AMOR
Con qué tersa dulzura
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja
en le espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente
para que a fuego lento empiece
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices,
ir y venir de un huracán de humo-
(¿Por qué, después,
lo que queda de mí
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?)

Julio Cortazar

EL OLOR DE LA ROSA

EL OLOR DE LA ROSA
¿Que esperas encontrar en estas líneas que no tengas ya dentro de ti? ¿Conocimiento tal vez? ¿Experiencia ajena en la que apoyar la tuya propia? ¿Alguna técnica nueva? ¿Un comentario lúcido? ¿Una forma original de decir lo mismo de siempre? ¿El nombre de alguien a quien encumbrar si sus palabras coinciden con tus ideas, o de derrumbarlo si, por el contrario, no es así?.
Olvídalo, entonces, porque no hay nada de esto. Lo que sí vas a encontrar es la vieja propuesta-invitación a que en vez de tanto buscar fuera de ti, en el exterior, comiences, de una vez por todas, a buscar allá donde sabes que está todo el meollo del asunto: dentro de ti.
Y, ¿qué mejor sitio? Ahí está todo. Todo lo que necesitas y aún más. Mucho más de lo que un día tu mente pudo concebir o imaginar.
Bastará con que pares, que te detengas y observes. Que escuches. Así de fácil. Detenerse y observar. Busca un momento en la jornada diaria para dedicarlo por entero a ti. Una desconexión completa del resto de los acontecimientos del día.
A todo lo que que aparecerá en el campo de tu percepción, permítele salir y existir, no lo reprimas. Así lo verás y podrás darte cuenta de que eso está ahí. A este acto se le suele llamar “toma de consciencia”, que viene a ser lo mismo que “darse cuenta” de algo.  
Pero, tomar conciencia o darse cuenta no basta. No es suficiente con saber que algo está ahí. Se hace imprescindible una pequeña vuelta de tuerca más. Así pues, una vez permitido que algo apareciera en tu campo de percepción ahora permite que se marche del mismo modo en que lo dejaste aparecer. Ello lo conseguirás si no reaccionas ni a favor ni en contra y si permaneces en quietud observando el proceso con una buena dosis de paciencia y valentía.
Finalmente, después de contemplar muchas veces este proceso te darás cuenta que detrás de cada adiós y antes de cada hola, lo que queda, lo que hay, eres tú. Solo tú. Y, con la práctica, verás cómo cada vez es mayor el espacio de tiempo que tarda en aparecer un nuevo objeto en tu mente. Lo que experimentes en este instante infinito es tuyo y, por desgracia, intransmisible mediante la palabra.
 Es una cuestión de paciencia y voluntad. De una suave perseverancia.
Calla, pues, y escucha el silencio. Este hará que tu mente estalle. Percibe la respiración, los latidos del corazón y sentirás al mundo entero respirando y palpitando dentro de ti.
Ni siquiera pensarás en no pensar. Es algo que sucede. Y, lo más grande: comprenderás que se trata de algo que ha estado siempre ahí.Como decía un verso de Juan Ramón Jiménez:
“Allá va el olor de la rosa.
¡Cójelo en tu sinrazón!”
Y hazlo sin más esfuerzo que el de la suave perseverancia. Día a día, respiración a respiración, latido a latido. Con paciencia, sin tensiones, sin crispaciones… 
Sabe que no hay nada que tengas que conseguir que no poseas ya. Tampoco se trata de algo de lo que te tengas convencer; hay que descubrirlo.
Deja, pues, de buscar soluciones y respuestas en el exterior. Abandona las palabras y conceptos. Encuentra sin buscar estableciéndote en el observador permanente e inmutable y hallarás tus propias respuestas que son las que valen de verdad.
Revista Natural